VIGÍA DE BOLSILLO / Travesuras

AutorSofía Orozco

Hace tres décadas se decía que había que esforzarse en dejar un mejor planeta a nuestros hijos; hoy se dice que hay que esforzarse en dejar mejores hijos a nuestro planeta.

Las generaciones pasadas no quedaron muy bien con su encomienda. El planeta sigue contaminándose, el consumo desmedido sigue haciendo de las suyas, y todos los pactos y protocolos han sido insuficientes para frenar el desgaste del lugar que habitamos.

No todo ha sido negro, pero todavía los logros parecen magros. Es cierto que en algunos corazones quedó sembrada la semilla del huerto en la azotea, de los pañales de tela y el reciclado de botellas de PET, pero nadie prescinde del teléfono inteligente o de las baterías y otros consumibles, y muy pocos se resisten a comprar nuevas tecnologías aun sabiendo que las anteriores terminarán en una torre de basura radioactiva.

Si tratar de cuidar un poco al planeta, que es tan dócil y obediente, es dificilísimo; ahora imaginen lo titánico que resulta domar a un ser humano. El reto es grande.

Hace unos días, dos jovencitos de 18 años recién cumplidos, con sus IFES relucientes y sin raspones, reconocidos ya como ciudadanos con voz y voto, manejaban a toda velocidad su 4x4 cuando decidieron romper dos equipos de fotoinfracción instalados en Avenida Patria que, como otros tantos en la Ciudad, acechan a todo aquel que pretenda violar las normas o saltarse el reglamento.

No sabemos si los aparatejos en cuestión les molestaban directamente, o sólo les pareció gracioso dañar propiedad ajena. Lo único claro es que fueron sorprendidos in fraganti, aprehendidos por la autoridad y conminados a pagar sus daños, con dinero o con cárcel.

Afortunados ellos, no sólo contaban con familia de dinero, sino con familia dispuesta a soltarlo, con tal de sacarlos del problema en que estaban metidos. Así, aunque al principio se habló de un monto de 3 millones de pesos para reparar el daño, por mucho menos que eso (700 mil apenas) se llegó a un acuerdo económico y los jóvenes dejaron las rejas.

Después de eso, los comentarios iracundos no se hicieron esperar.

No sé que le duele más al mexicano común, si que otros tengan dinero, o que otros puedan hacer lo que se les venga en gana sin pagar graves consecuencias. En nuestro País, una cosa lleva a la otra, así que es todavía más difícil diferenciar los sentimientos.

Cuando suceden enojos por actos así, no...

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