Visión Económica / El regreso del mercantilismo

AutorSalvador Kalifa

La idea falaz, con profundas raíces mercantilistas, de que las exportaciones son mejores que las importaciones, existe no sólo en la mayoría de la población y en los medios de difusión, sino que recientemente ha estado contaminando también los corredores de la Secretaría de Economía, lugar donde uno esperaría que dominara el conocimiento de los profesionales que ahí laboran y entienden las realidades y beneficios del libre comercio.

La situación actual contrasta con los Gobiernos anteriores, donde los responsables de esa función resistieron las presiones proteccionistas de los grupos de poder y pugnaron por una apertura comercial agresiva, que nos ha permitido gozar de más alternativas de consumo a precios más accesibles y calidades superiores a las que existían en las épocas del proteccionismo a ultranza de hace poco menos de dos décadas.

Esa tendencia está cambiando en el presente Gobierno, y no para bien. La Administración de Vicente Fox muestra un sesgo mercantilista cada vez más nocivo, mediante la proliferación de barreras proteccionistas no arancelarias, como son los padrones sectoriales de importación y las normas regulatorias.

En este Gobierno han crecido considerablemente las normas y requisitos necesarios para realizar una importación, muchos de ellos ridículos y costosos, que obstaculizan la apertura y operación de nuevos negocios.

Una muestra reciente de estas ideas mercantilistas fue la campaña de la Secretaría de Economía que apareció a fines del año pasado en prensa, radio y televisión, afirmando que para "que miles de mexicanos como tú, conserven su empleo" y mejore nuestro bienestar, es conveniente que compremos lo hecho en México. Ese argumento es falso.

Comprar juguetes, ropa o cualquier otro artículo hechos en México por el sólo hecho de ser manufacturados dentro del país, en vez de productos importados que pudieran ofrecer mejor calidad o precio, no aumenta el nivel de empleo ni mejora el bienestar de la población. En la práctica, estas ideas mercantilistas implican precios mayores, productos de menor calidad, empleos menos productivos y un deterioro del nivel de vida de los mexicanos.

Entiendo que los fabricantes de juguetes, de ropa o agencias de automó- viles divulguen esos disparates económicos. A fin de cuentas, está en juego su rentabilidad y supervivencia. Pero no me explico cómo las autoridades destinan tiempo y recursos de todos para promover afirmaciones que desvirtúan los beneficios del libre comercio.

La...

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