Visión Mundial/ Inesperado adiós de Yeltsin

AutorGabriel Guerra Castellanos

En aquel entonces Boris Nikolaievich Yeltsin era una especie de potro salvaje. Cuando, en 1985, fue nombrado Primer Secretario del Partido Comunista de Moscú (una posición tanto o más poderosa que la de Alcalde de la ciudad), Yeltsin encontró rápidamente la fórmula para irritar a sus pares y superiores, a la vez que agradaba a la gente común y corriente.

Dado a improvisar y a romper con las reglas de un sistema rígido hasta la arteriosclerosis, pronto se topó con los límites del poder: relegado a un puesto decorativo en el Ministerio de Construcción, se vio obligado a pedir en el Congreso del PCUS de 1988 su "rehabilitación", que le fue negada por el entonces todopoderoso Mijail Gorbachov, quien años después seguramente debió arrepentirse por el trato -correspondido más tarde-que le dio al que sería su sucesor. Fue tal vez esa defenestración la que impulsó a Yeltsin a buscar, a como diera lugar, un papel principal en el drama político que era la "perestroika". La cruzada de Gorbachov para reformar y reestructurar el comunismo había abierto muchas puertas, y por una de ellas se coló Yeltsin.

Candidato a Diputado por Moscú en 1989, ganó esa elección y todas las que le siguieron. Demoledor del comunismo y de la Unión Soviética, quiso también ser el arquitecto de una nueva Rusia, libre de servidumbres y totalitarismos. Fue aquí donde Yeltsin tropezó: mejor para derribar estructuras que para construirlas, no supo bien a bien hacia donde llevar a su nuevo país.

Las fuerzas del mercado no resolvieron el problema, por el contrario, demostraron que los mercados sólo funcionan bien en donde existe un marco jurídico y regulatorio que los lleva a funcionar bien.

Pero era demasiado pedir de un sólo hombre que, en el mejor de los casos, fue un gran revolucionario pero un pésimo estadista.

Los casi 10 años de Yeltsin en la cúspide del poder en Rusia han estado llenos de anécdotas acerca de su pobre estado de salud, sus problemas con el alcohol y su conducta errática. Excelente candidato, primero a Diputado, y luego dos veces a Presidente, no supo imprimir el mismo ritmo determinado de sus campañas a su gestión presidencial.

El hombre que se opuso a un intento de golpe de Estado desde la mismísima torreta de un tanque golpista; el que acabó por la fuerza con otra insubordinación -parlamentaria esta-de los comunistas; no fue capaz de encontrar su papel en el Kremlin. Su historial médico, al menos el que se conoce públicamente, nos habla de un hombre que...

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