Visión Mundial / En EU ¿otra elección florida?

AutorGabriel Guerra Castellanos

Si usted, estimado lector, lectora, pensaba que el país más rico y tecnológicamente avanzado del mundo habría tomado providencias para asegurar que las elecciones presidenciales de este año sean impecables, le tengo malas noticias. Después de que su sistema electoral, con todo lo que simboliza, estuvo al borde del colapso hace cuatro años, de que pasó más de un mes sin que el mundo supiera quien había ganado, hasta que intervino la Suprema Corte, y de que al final nadie quedó satisfecho ni con el procedimiento ni con el resultado, hoy las cosas no pintan mucho mejor para la democracia americana.

Las secuelas del 2000 se resienten todavía. No es casualidad que el ambiente político esté tan enrarecido ni que esta campaña sea tan negativa, si tomamos en cuenta que, para muchos demócratas, George W. Bush le ganó a Al Gore a la mala. Por si eso no bastara, Bush intentó desde el primer día gobernar como si nada hubiese pasado, como si tuviera el respaldo del voto popular.

Son muchos los caminos tortuosos que aguardan al 2 de noviembre, y todos ellos llevan a riesgos mayores para la hoy no tan rozagante democracia estadounidense. Hay asuntos de forma y de fondo. Unos que tocan a la estructura misma del sistema electoral, otros que reflejan las disparidades que ha permitido su sistema federal, y unos más que dan cuenta del inagotable potencial humano para la corrupción, la frivolidad y la manipulación.

Comencemos por lo más básico: en EEUU no existe un sistema nacional de registro, ni de votación, ni de validación de los resultados. Así, cada estado, y a veces cada ciudad o condado, puede imponer restricciones o facilidades para el registro de votantes. Esto puede tener un impacto significativo si, por algún motivo, se desalienta o se estimula artificialmente la participación de un grupo étnico o de una clase social. Fue el caso en Florida en el 2000, y se está repitiendo en más de un lugar, que con pretextos legales, o con franca marrullería, se está bloqueando a negros y a los más pobres.

Los ejemplos abundan. Ya hay denuncias y demandas que se refieren lo mismo a legalismos, como aquel que en Florida no le restituye automáticamente sus derechos ciudadanos a un criminal que ya purgó su pena, que a flagrantes trampas, como las que han realizado individuos y empresas contratadas para registrar a nuevos votantes. En un estilo que por alguna razón me suena conocido, lo que han hecho es de colección: una vez que tienen los formularios llenos...

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