Visión Mundial/ Y las primarias terminaron, casi antes de comenzar

AutorGabriel Guerra Castellanos

A penas seis semanas después del caucus de Iowa, y de la primaria de New Hampshire que vio surgir el desafío de John McCain, las decisiones ya estan tomadas: Al Gore y George W. Bush serán los portaestandartes de sus partidos.

Habiéndose realizado votaciones en menos de la mitad de los estados participantes, el proceso de las primarias ha concluido con la renuncia de Bill Bradley y la "suspensión" de la campaña de McCain.

Los retadores no pudieron con el peso del aparato político ni con los generosos bolsillos de quienes apostaron por la continuidad y por la tranquilidad del "Establishment".

El 7 de marzo, Súper Martes político, 14 estados votaron y decidieron por el resto que aún no lo había hecho, en una de las campañas primarias más cortas en la historia de los Estados Unidos.

La atención se concentrará ahora en la campaña presidencial propiamente, y desde ahora ambos candidatos apuntan sus baterías el uno sobre el otro. Tanto Bush como Gore buscarán ahora los favores de quienes apoyaban a sus respectivos contrincantes, y esto nos dará un periodo lleno de paradojas e ironías.

Después de denostar a Bradley o a McCain, de gastar millones de dólares en criticar a sus propuestas y a sus personas, toca ahora el turno de la reconciliación.

No tanto con los vencidos, que eso es relativo (Bradley ya endosó a Gore, pero su derrota fue tan apabullante que eso no contará mucho; McCain se resiste aún a apoyar a Bush, y eso le podría costar caro al Gobernador texano) sino con sus simpatizantes.

El mantra del día es "buscar el voto independiente", y eso es lo que los dos candidatos y los dos grandes partidos se dedicarán a hacer de ahora en adelante. John McCain demostró en su corto desafío la enorme importancia que puede tener ese sector casi olvidado del electorado estadounidense.

Desde que por primera vez Ross Perot se lanzó a tratar de sacudir al sistema con sus millones, que resultaron en dos candidaturas a la Presidencia y la creación de un tercer partido, el de la Reforma, en el país que dio carta de naturalización al bipartidismo, los dos grandes institutos políticos habían alternado entre coqueteos discretos y desinterés ante un grupo tan diverso y heterodoxo que parecía imposible de cortejar.

Una vez pasado el susto de la primera campaña de Perot en 1992, cuando obtuvo un porcentaje respetable de votos y le costó probablemente la reelección a George Bush padre, tanto demócratas como republicanos aparentemente pensaron que esos eran votos...

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