Visión Mundial/ En Sierra Leona, la ONU a prueba una vez más

AutorGabriel Guerra Castellanos

El de Sierra Leona es trágicamente sencillo. Una rebelión armada contra el Gobierno, iniciada en 1991, ha llevado prácticamente a la desintegración de toda norma y semblante de vida civilizada en ese pequeño país, que no llega a los 100 mil kilómetros cuadrados, y cuyos cinco millones de habitantes se encuentran dispersos, aterrorizados y desplazados por el conflicto armado.

En la costa occidental de Africa, Sierra Leona fue uno de los primeros puestos coloniales británicos en la región. Paradójicamente, su primer propósito fue el ser santuario para la liberación de esclavos a finales del Siglo 18, cuando los ingleses fundaron Freetown, aptamente llamada así por ser el primer puerto de regreso para decenas de miles de esclavos originarios de todo el continente africano.

Como tantos otros designios coloniales británicos, el de Sierra Leona sonaba muy bien en teoría, pero en la práctica presentaba serios problemas, de difícil o imposible solución.

Los esclavos liberados optaron en su enorme mayoría por permanecer ahí, impedidos como estaban por su distanciamiento físico y cultural para reintegrarse a sus respectivos países de origen.

A su difícil adaptación, y a la mezcolanza de nacionalidades, se sumaba la resistencia de los nativos de Sierra Leona, que resintieron y resistieron el coloniaje doble de británicos y de esclavos liberados.

Tras alcanzar la independencia en 1961 y de adoptar -como todo miembro del Commonwealth que se respetará-la democracia parlamentaria como forma de gobierno, Sierra Leona tuvo unos años de estabilidad antes de embarcarse en una muy peculiar versión de la alternancia en el poder: En 1967 la Oposición ganó las elecciones, y el nuevo Primer Ministro estuvo en funciones unas pocas horas antes de ser encarcelado por el Gobierno saliente, que dejó de ser saliente para permanecer en el poder unos días más, hasta que un golpe militar lo depuso.

Los golpistas fueron derrocados por otros golpistas, que a su vez -seguramente mareados por tanta alternancia-reinstalaron en el cargo al ganador original de los comicios.

Después de este experimento democrático, el nuevo líder de Sierra Leona (el lector recordará que fue depuesto tras su victoria en las urnas) Siaka P. Stevens, optó por asegurar su longevidad política, y 18 años más tarde cedió el cargo a uno de sus Ministros, pero conservó el poder real hasta que, en 1992, un golpe militar buscó "restablecer" la democracia.

De ahí no hizo falta más que un paso para llegar a...

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