Visión Mundial / Guerra contra el Terror: ¿peor el remedio que la enfermedad?

AutorGabriel Guerra Castellanos

En Afganistán, Iraq, Chechenia o Palestina, por sólo hablar de algunos, millones de "no combatientes" padecen ya las causas, las consecuencias de sus respectivos movimientos terroristas, o de resistencia, o de liberación nacional, según se les quiera llamar.

Es obligado preguntarse que es lo que -más allá del fanatismo y el odio- puede estar detrás de un movimiento armado, dispuesto no sólo a sacrificar a los suyos en el combate, sino también a provocar funestas consecuencias entre los civiles, sean amigos o enemigos.

Hace 15 días reflexionábamos en esta columna acerca de las diferencias entre distintos tipos de terrorismo. No puede ser equiparable un movimiento insurgente que busca liberar a su país de un ejército invasor o de un régimen despótico, a uno que busca solamente sembrar el terror y la muerte, o "agudizar las contradicciones internas", como solían decir algunos de izquierda extrema.

Aún dentro de esas categorías hay diferencias y no son menores. De la resistencia francesa (o la polaca) contra la ocupación nazi hay un océano moral de distancia a la de los chechenos, al menos en lo que a sus métodos se refiere. En cuanto a las causas...

No es fácil definir con seriedad los méritos morales -o la ausencia de los mismos- de uno u otro que lucha por lo que considera "su" patria. Vamos, ni siquiera es sencillo definir la patria misma. ¿O qué, vale lo mismo la soberanía de una nación establecida y reconocida internacionalmente que la de un territorio que busca independizarse?

¿Es igual una región a otra, idénticos sus derechos y reclamos, al margen de la historia y de ciertos criterios racionales? Yo no se si puedo tomar tan en serio un llamado a la guerra de un grupo marginal en la sierra que el de un pueblo históricamente reconocido.

Puede ser que mis criterios -o los de cualquier otro- sean subjetivos, hasta discriminatorios, pero me cuesta trabajo entender que cada región, etnia, facción o corriente religiosa pueda tener los mismos derechos a la independencia nacional, o a una autonomía que merezca ese nombre.

No es que quiera yo particularizar, pero me parece inaceptable que en pleno siglo XXI, con un régimen de autonomías tan avanzado y liberal como el español, aún persista la ETA en su asesina campaña por la independencia del país vasco. Habrá muchos agravios históricos, sin duda, pero no es justificable que un grupo que ni siquiera representa el sentir del grueso de la población en cuyo nombre dice luchar pueda mantenerla en...

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