Vuelven las curvas

People weekly Magazine

Al prepararse para su papel como una amada moribunda en la recién estrenada Sweet November, Charlize Theron se apegó a un draconiano régimen dietético desprovisto de incluso el más ligero margen para maniobrar.

"No comas nada de almidones, no cenes, no comas nada después de las 5 de la tarde, nada de alcohol", relata la actriz, de 25 años de edad, quien el año pasado bajó 7 kilos para el papel. Además, "mucho yoga y mucho correr".

Un mantra típico entre las estrellas de Hollywood para quienes el estar delgada siempre está de moda, ¿verdad? Quizá, excepto que la actitud de Theron respecto a todo ese exigido conteo calórico parece refrescantemente molesta.

"Estoy demasiado flaca para como soy yo", se quejó con un reportero en el Festival de Cine de Cannes en mayo del año pasado. "Hay algo que le sucede a tu cuerpo, simplemente no te sientes tan fuerte. Por lo general ando en la talla 8, lo cual me encanta".

Cierto, en una época en que la mujer estadounidense promedio es talla 14, la talla 8 sigue cayendo dentro del lado esbelto del espectro. Sin mencionar que con sus bellas piernas y su cuello estilizado, Theron tiene el tipo de cuerpo que sugiere que tiene un boleto ganador en la lotería de "Los Genes de la Suerte".

No obstante, a pesar de toda su esbeltez, la belleza sudafricana también se jacta de un atributo físico del que obviamente carecen las actrices más cotizadas de años recientes: curvas. Y tampoco son curvas formadas artificialmente, sino del tipo de redondez genuina que una dieta a base de ensaladas sin aderezo no puede producir.

Lo que es más, Theron difícilmente es la única. En meses recientes, un creciente número de damas jóvenes -entre ellas Sandra Bullock, Drew Barrymore, Catherine Zeta-Jones y Jennifer López- han empezado a decirlo en voz alta y a decirlo con orgullo: Sí, comen; sí, lo disfrutan, y no, no consideran que tienen que ser talla 0 para conseguir trabajo.

"Sabes, cuando aumenté casi 7 kilos (después de hacer Máxima Velocidad en 1994), me decía a mí misma, '¡Dios mío!'", admite Sandra Bullock, de 36 años de edad. "Pero no dejaba de comer esas galletas. En realidad, es liberador".

Ahora, resignada a la idea de que "nunca voy a ser delgada y como niña de hospicio...lo intenté, no va a funcionar", Bullock dice que nunca ha sido más feliz. Los kilitos de más, afirma, "te redondean. Me encanta mi cuerpo ahora que es más suave".

Desde luego, nadie está afirmando que la obsesión de Hollywood con la delgadez haya terminado. Actrices menos...

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