¡Es Puma! / ¿Clásico o no Clásico?

AutorGermán Dehesa

La locomotora que estaba a punto de despedazarme emitió un sonido intermitente. No era locomotora, era el teléfono de mi cuarto de hotel. De todas maneras, me despedazó. A las 5 de la mañana en Ciudad Juárez todavía es de noche y el viento del desierto se escucha como un larguísimo quejido. Mi señora, la Jaguara y el Charro Negro que la acompaña nos habíamos dormido pasada la una de la mañana tras fatigosas faenas rollero-musicales. No nos importó (bueno, a ella sí, a mí no); en la Capital nos esperaba el juego América-Pumas y el señor Aguilar Camín muy gentilmente me había obsequiado cuatro boletucos para que los Dehesa Landeros honráramos con nuestra presencia la sórdida guarida americanista. Así es que nos levantamos. Nada más con las abluciones y faenas de aseo nos acomodamos meticulosa madriza contra paredes y muebles (hubo un desafío mortal entre la Jaguara y una cafetera en la que esta última ganó en muerte súbita).

A las 6:15, llegamos al aeropuerto; el avión de Aeroméxico zarpó puntualmente a las 7:00 horas. En el interior de mi cabeza, hagan de cuenta que estaban los siete enanos de Blanca Nieves dándole al zapapico: chink, chink, chink (con razón AMLO, a esas horas, dice cada vez más incoherencias).

A las 10:20 abordamos nuestro vehículo e invadimos la Ciudad de México rumbo al Estadio Azteca. Aquí reaparece AMLO: a las 11:20 estábamos a la altura de San Antonio, a las 11:30 comencé a mentar madres, a las 11:45 me desvié rumbo a mi hogar y llegamos con el tiempo justo para prender la televisión y escuchar los primeros gorjeos de los jilguerillos televisos. Una cuestión preocupaba a su alma y los había enfrentado en acerba polémica: ¿el Pumas-América es un Clásico o no es un Clásico? Si a mí me hubieran preguntado, habría respondido que el asunto me importaba un churrigueresco y celestial pistache y que lo que realmente importa es que desde hace ya bastantes años, este juego es uno de los que crean mayor expectación y de los que suelen disputarse de modo más aguerrido y apasionado.

Ahí dejaría yo el...

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