¿Y el fomento?

AutorAlberto Barranco Chavarría

Descartada totalmente la posibilidad de inaugurar el primer año de Gobierno del Presidente electo, Vicente Fox, con la esperada Reforma Fiscal Integral, la cargada de los organismos empresariales se enfoca ahora hacia otra promesa de campaña: el regreso de la política de fomento que canceló el Gobierno del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari. Estamos hablando ya de prerrogativas fiscales hacia determinadas ramas o segmentos de la actividad empresarial, con énfasis en la pequeña y mediana empresa, como de estímulos directos para quienes contribuyen a multiplicar la planta de empleos, sea vía créditos blandos o sustitución de garantías por proyectos.

El gran problema, naturalmente, es empatar la exigencia de equilibrio fiscal con la necesidad de inyectar oxígeno a una planta productiva exhausta aún por la virulencia de la crisis, que cuando no engrosa la cartera vencida se ubica en la lista negra del Buró Nacional de Crédito. Dicho más fácil, abrir la ventana tras los estragos de la catástrofe cambiaria con que se inauguró el actual sexenio, sin resquebrajar el marco de disciplina fiscal; sin violentar la posibilidad de alcanzar una tasa de inflación de 3 por ciento para el año 2003, y sin provocar un sobrecalentamiento de la economía. El rompecabezas se vuelve aún más difícil si tomamos en cuenta que los primeros trazos del boceto que delinea el equipo de transición foxista hablan de cero subsidios y cero condonación de adeudos bancarios, es decir no a la ruta tradicional por donde se inauguraban los esquemas de política de fomento.

Ahora que, por si le faltara un empujoncito al galimatías, el grupo financiero Bancomer ("Hacia una política industrial") pone en la mesa su propia visión de lo que a su juicio "bajo ninguna circunstancia debe formar parte de una política de desarrollo industrial, ya que generaría una asignación ineficiente de los recursos y una pérdida en el bienestar de los consumidores":

La política de fomento al desarrollo industrial tiene que partir del hecho de que la apertura es irreversible. A pesar de que la economía mexicana ha estado abierta a la competencia del exterior, aún se argumenta que es necesario volver a la protección comercial, pero ahora en forma selectiva y por tiempo determinado. Estos argumentos no son diferentes a los que se utilizaron cuando la política de sustitución de importaciones se inició en México durante la década de los cuarenta, sustentada en la idea de la industria naciente o "infantil"...

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